Hace ya días que pensaba publicar algún comentario, seguido de información periodística sobre el tema de los desahucios, incluyendo lo que opinan muchos jueces y la modificación de la ley al respecto.
Los desahucios tal como están planteados, son uno de los aspectos más crueles e injustos de la crisis que nos ha tocado vivir.
A estas alturas creo que todo el mundo conoce ampliamente esta información, en la que cabe destacar que al final el Gobierno ha realizado un retoque mínimo de la ley en contra lo que pensaban jueces y oposición y curiosamente también en contra del parecer de los banqueros, a los que la legislación anterior, que si no recuerdo mal era de 1.909, les parecía estupenda.
Por lo tanto, el artículo que viene a continuación, que como veréis es de Vicenç Navarro y se publicó en la web del desaparecido periódico en papel Público, no va exactamente sobre el tema de los desahucios, aunque si tiene que ver con ellos indirectamente.
(A propósito, aunque desapareció la edición en papel de Público, os sugiero que sigais leyendo en su web y así podréis disfrutar de perlas como la que viene a continuación.)
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¿Quiénes son los patriotas?
Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Mark Twain, uno de los autores más críticos de la sabiduría
convencional que ha tenido EEUU, escribió frecuentemente que el concepto
de patriotismo, en cualquier país, es uno de los más utilizados para
esconder intereses de grupos sociales que quieren mantener, por todos
los medios, sus privilegios utilizando el sentimiento patriótico como
mecanismo de movilización popular, identificando sus intereses
particulares con los intereses de lo que llaman patria. Antonio Gramsci,
en Italia, uno de los analistas más importantes que han existido en
Europa de cómo el poder se reproduce en las sociedades, subrayó con gran
agudeza la función ocultadora de los símbolos de la patria para
defender los intereses de las clases dirigentes.
España (y Catalunya dentro de ella) es un ejemplo claro de lo que
Mark Twain y Antonio Gramsci indicaron. Las derechas han sido siempre
las que se han presentado como las grandes defensoras de la patria,
defensa que requiere los máximos sacrificios de los que están a su
servicio. Uno de los eslóganes de la Guardia Civil (el cuerpo de policía
armado que históricamente ha tenido la función de mantener el orden
público y reprimir cualquier agitación social que cuestionara las
relaciones de poder existentes en España) era “Todo por la patria”,
lo que podía significar incluso la pérdida de la vida de los guardias
civiles aunque también, mucho más frecuentemente, la de los
represaliados. La Monarquía, el Ejército y la Iglesia han sido siempre
las estructuras institucionales que han defendido el poder de los grupos
dominantes en las esferas financieras y económicas (y, por lo tanto,
políticas y mediáticas) del país, utilizando el amor y el compromiso con
la patria como mecanismo de movilización popular en defensa de sus
intereses. Las pruebas históricas que avalan esta utilización de la
patria para dichos fines particulares son robustas y abrumadoras.
Tales instituciones de derechas son pues las que se consideran a sí
mismas como las defensoras de la patria. Hace sólo unos días, el diario
monárquico profundamente conservador ABC ponía en portada a la
Duquesa de Alba como la gran defensora de la patria española acusando a
los catalanes de ser poco patriotas (11 Nov. 2012). Tal personaje es una
de las terratenientes más importantes de España y está entre los que
reciben mayores subsidios del estado español y de la Unión Europea, a
cargo del erario público. Su linaje familiar, por cierto, ha jugado un
papel clave, junto con otros terratenientes, en reproducir una situación
en el campo andaluz responsable, en gran parte, de la pobreza de las
poblaciones rurales de aquella parte de la patria española.
Pero la credibilidad de tal tesis (de que las derechas son las que
sostienen el patriotismo) depende, en gran medida, de lo que se entienda
por patriotismo, el cual, como la mayoría de sentimientos, no es fácil
de definir. Después de todo, ¿qué quiere decir amor a la patria?
¿Qué es patriotismo?
Pero, independientemente de las muchas
maneras mediante las que tal concepto y sentimientos puedan definirse,
sí que debería haber un componente que coincidiera en todas las
definiciones posibles. Y éste es que el amor a la patria debería incluir
amor a la ciudadanía de la entidad así definida. No se puede amar a
España (o a Catalunya) sin estar dedicado al bienestar de la población
que constituye tal país (España y/o Catalunya). Y, puesto que la mayoría
de la población pertenece a las clases populares, un indicador de
patriotismo debería incluir como elemento definitorio el compromiso y
dedicación a la mejora del bienestar de las clases populares. No se
puede amar a España (y a Catalunya) sin este compromiso, pues de lo
contrario se tiene una visión excesivamente esencialista, casi mística,
de lo que es la patria, una concepción poco coherente con la vida real
de las personas. En realidad, si la definición de patriotismo no incluye
un compromiso por mejorar la vida y bienestar de la mayoría de la
población, entonces hay que sospechar que el concepto de patriotismo
está siendo utilizado, confundiendo los intereses de la patria con los
de un sector minoritario de la población.
Parecería, pues, razonable aceptar, incluso por las derechas, que un
elemento común de tal patriotismo fuera la dedicación de las fuerzas
patrióticas al bienestar del pueblo, que en términos cuantitativos,
serían las clases populares, clases populares que en cualquier país
incluyen las clases trabajadores y las clases medias de renta media y
baja.
¿Son patriotas las fuerzas que se autodefinen como tales?
Pues bien, tal dedicación puede evaluarse
incluso numéricamente. Como decía Mark Twain, el amor no puede
cuantificarse, pero sus consecuencias sí. Veamos, pues, los datos. En
aquellos países de Europa donde las derechas (que se autodefinen como
las fuerzas patrióticas) han tenido más poder históricamente, tales como
el Sur de Europa (España, Grecia y Portugal), el nivel de desarrollo
económico, social y político ha sido el más bajo de la Unión Europea.
Los datos son abrumadores. Tanto el PIB per cápita como el gasto público
social per cápita, o el número de recursos públicos (desde
transferencias públicas, como pensiones, hasta servicios públicos, como
sanidad y educación, que contribuyen enormemente al bienestar y calidad
de vida de las clases populares) han sido, y continúan siendo, los más
bajos de la UE-15. Es también en estos países donde los ingresos al
Estado son los más bajos, donde la política fiscal es más regresiva y
menos redistributiva, donde hay más fraude fiscal y donde hay mayores
desigualdades y concentración de la riqueza.
Estos datos permiten, entonces, hacerse la pregunta ¿dónde está el
amor a España de los súper patriotas españoles? Su compromiso con el
bienestar de la población parece estar muy sesgado hacia ciertos grupos y
clases sociales, a costa de los intereses de la mayoría de sus
poblaciones. La evidencia de ello es abrumadora. Así como es también
abrumadora la evidencia de que este sesgo clasista del patriotismo
aparece en varios momentos de la historia de este país. En todos ellos,
cuando el gobierno elegido por la ciudadanía a través de procesos
democráticos llevó a cabo políticas públicas que beneficiaron a las
clases populares, reduciendo los privilegios de los grupos y clases
sociales antes mencionados, las derechas superpatriotas se rebelaron
militarmente para interrumpir tales políticas. En España, los
superpatriotas –la Iglesia, el Ejército, la Monarquía, la banca y la
oligarquía empresarial- establecieron un régimen enormemente represivo
(por cada asesinato político que cometió Mussolini, Franco cometió
10.000, según el Catedrático Malefakis, de la Columbia University,
experto en el fascismo europeo) que dañó enormemente a la mayoría del
pueblo español. Cuando el golpe militar de 1936 ocurrió, el nivel de
desarrollo económico español era casi idéntico al italiano. Su PIB per
cápita era semejante al PIB per cápita italiano. Cuando la dictadura
terminó, en 1978, España tenía un nivel de riqueza que era sólo el 68%
de la italiana. Este fue el coste que aquel supuesto patriotismo
significó para el pueblo español. El golpe militar se realizó no para
salvar la patria sino para que la Iglesia pudiera continuar controlando
la educación de los españoles y también la tierra que poseía (la Iglesia
era el terrateniente con mayor extensión de tierra en España. Hoy es el
segundo); para que la Monarquía continuara siendo el sistema político
que garantizara el dominio por parte de las derechas de los aparatos del
Estado, incluyendo las Fuerzas Armadas, la Judicatura y las Fuerzas del
Orden; para que el Ejército tuviera sus privilegios, garantes de la
unidad de la Patria (convirtiendo al Ejército en instrumento de
represión interna); para que la banca y la oligarquía empresarial
pudieran mantener sus escandalosos privilegios (que todavía se mantienen
hoy, como queda claro con la excesiva protección de la banca frente a
los desahuciados); y así un largo etcétera.
La oposición popular a tales medidas regresivas del sistema
establecido por los supuestos patriotas explica la enorme represión que
caracterizó aquel periodo de dominio del estado por las derechas
supuestamente patrióticas. Su carácter nacional, por cierto, quedó
negado por el hecho de que su victoria se debiera primordialmente a la
ayuda que les prestó la Alemania nazi y el fascismo italiano. Sin esta
ayuda extranjera, el golpe militar no podría haber conseguido parar la
oposición a tal golpe.
¿Dónde estaba y dónde está ahora el amor a España de los supuestamente patriotas?
Esto podría también preguntarse hoy al
gobierno de derechas español, que está llevando a cabo el ataque (y no
hay otra manera de definirlo) más feroz al bienestar de las clases
populares. Hoy se están haciendo reformas que afectan muy, pero que muy
negativamente al bienestar de la población, y muy en particular de las
clases populares. La evidencia de ello es contundente. Nunca antes en el
periodo democrático, el ya insuficientemente financiado Estado del
Bienestar español ha estado bajo un ataque tan frontal. Y este ataque se
está haciendo para el beneficio de los mismos intereses económicos de
siempre: el capital financiero español y el mundo empresarial de las
grandes corporaciones, a costa del bienestar de todos los demás. De
nuevo, la evidencia de ello es robusta y convincente.
Y todo ello se hace justificándose con la necesidad de aplicar tales
políticas de austeridad que son –según el establishment español- las
únicas posibles, lo cual es fácil de demostrar que no es cierto. Podrían
aplicarse otras que no afectarían a los intereses de las clases
populares, afectando, en cambio, a los intereses de los grupos que, de
nuevo, se presentan como superpatriotas, defensores de España. Esta
desfachatez (y no hay otra manera de definirlo) se hace violando la
soberanía de la Patria que dicen amar tanto, obedeciendo dócilmente al
gobierno alemán, como lo hicieron también en los años treinta. Es la
repetición de la historia. Ahora, como entonces, los superpatriotas
utilizaron la bandera para defender sus intereses de clase. Así de
claro. Y haciéndolo así están traicionando, una vez más, al pueblo
español.
Hoy, en España, los movimientos de protesta social que salieron a la
calle ayer, en la Huelga General, en defensa de los derechos de las
clases populares y de la soberanía de España son los auténticamente
patriotas, entendiendo como tales a los que defienden a la mayoría de la
ciudadanía frente a una minoría que defiende sus propios intereses y
los de sus aliados internacionales, incluyendo las elites financieras
que dominan el gobierno alemán.
Una última observación. Le ruego al lector que haya considerado de
interés este artículo, que lo distribuya ampliamente, pues los medios de
mayor difusión no publican jamás este tipo de artículos. La dictadura
mediática exige una respuesta movilizadora que permita presentar otros
puntos de vista distintos y críticos de la sabiduría convencional del
país que se reproduce a través de tales medios.
E S P A C I O de nuestros mas entrañables correligionarios de las CCOO de CEPSA
martes, 20 de noviembre de 2012
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El duende verde
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